MasterChef se enfrenta al mayor "bochorno" jamás vivido: "¡Qué pena y qué vergüenza!" (2024)

La cara de Jordi Roca, la que se ve en la imagen que acompaña este artículo, lo dice todo. Es la cara de la tristeza y la derrota, tal vez, también la de la frustración. Pues por primera vez en la historia de MasterChef -y ya van unas cuantas en esta edición-, los aspirantes no entregaron nada que el chef invitado pudiese probar, absolutamente nada. "Bochornoso", lo calificó Pepe Rodríguez, sin querer hacer más sangre, pues la sangre ya estaba hecha en MasterChef.

No fue una noche fácil. Quedan, contando el programa que se emitirá mañana, tres programas para saber quién se convertirá en el nuevo ganador de MasterChef, y la cosa no mejora. Programa 11 y los aspirantes siguen dejando momentos inéditos y jamás vividos en el talent culinario. Y sin fueran buenos, bienvenidos sean, el problema es que un "desastre" detrás de otro.

El regalito envenenado de MasterChef

El programa ya no comenzó bien. En la primera prueba de la noche, donde Boris Izaguirre hizo de maestro de ceremonias, los aspirantes tenían que cocinar para ex concursantes de varias ediciones de MasterChef. Allí que fue Ofelia -¡cómo olvidar a Ofelia!- o Luca Dazi, que regresó a las cocinas de MasterChef con labios nuevos y con un mensajito envenenado para el programa. "Yo sí que es verdad que hubiera preferido que me hubiesen invitado a mí solo, como una gran estrella que soy, pero también entiendo que no soy Britney Spears, ¿sabes? Estoy encantado con los compañeros que han venido hoy, porque son todos súper majos, pero, a la próxima, por favor, ¡llamadme solo!", espetó tras terminar su visita a MasterChef.

La visita de Luca, Ofelia y otros ex aspirantes de MasterChef tenía una razón de ser. Cada uno de los concursantes tendría que cocinar un plato elegido por los comensales, pero teniendo en cuenta las alergias alimentarias que cada uno de ellos padece: fresas, marisco, lactosa, frutos secos, huevo... De hecho, fueron las alergias de Ofelia la que más difícil se lo pusieron a Alberto, a quien le tocó cocinar para ella. ¿Una tortilla sin huevo? Bueno, pues sorprendentemente, pese a que era el que más difícil lo tenía, fue el que mejor lo hizo, junto a Celeste, que anoche sufrió en sus carnes uno de los peores programas a los que se ha enfrentado. Y todo por la temida y cruel doble capitanía.

Sí, se supone que Alberto, al ser el mejor de la prueba anterior, tendría que haber sido elegido como capitán. Pero por motivos que nunca llegaremos a comprender, MasterChef decidió que la brutal doble capitanía recayera sobre Celeste, que previamente ya había elegido con quien quería trabajar y con quien que no. Empezó mal la cosa.

Empezó con un equipo, el rojo, formado por Samya, Pulga y Alberto, cabreados como monas al ser los 'no elegidos' de Celeste. Y, otro, el equipo azul, formado por Gonzalo, Ángela y María, más felices que unas perdices, no solo por haber sido los favoritos de Celeste, sino porque se habían quitado de encima a los que consideran que están muy por debajo de ellos.

En resumen, lo que mal empieza, mal acaba. Y así fue. Con un equipo rojo totalmente a la contra de la capitana, con una capitana completamente desbordada, pero intentando contener los demonios de dentro y con un equipo azul, consciente de que tenían todas las papeletas para hacerse con el triunfo, la cosa fue de mal en peor y de peor a terrible.

Alberto fue a Celeste desde el minuto uno, aupado y apoyado por Pulga. Intentaron desquiciar, y lo consiguieron a Celeste, que perdió por completo el control de las cocinas. Hubo un momento que no sabía ni por dónde le venía el aire. En la doble capitanía esto es lo habitual, lo que no lo es tanto es que por el descontrol y falta de atención un equipo, en ese caso el rojo, tenga que repetir hasta cuatro elaboraciones porque estaban todas mal hechas.

La brutal doble capitanía de MasterChef

Eso sí, en lugar de asumir lo que estaba mal, respirar y volver a empezar, el equipo rojo y Celeste decidieron enzarzarse en una guerra sin cuartel. De hecho, muchas de las elaboraciones salieron mal porque mientras discutían entre ellos y se tiraban los cuchillos, se les quemaba el culí, el caldo se convertía en aguachirri o las colmeneras se quedaban llenas de arena.

El resultado, el esperado: el equipo rojo, con la capitana incluida a eliminación, no sin antes tirarse a la cabeza todo lo que se pudieran y más. Cosa que no terminó cuando llegaron a las cocinas para realizar la prueba de eliminación. Celeste se rompió por completo. La presión de la prueba de exteriores -la doble capitanía es de lo más chungo que hay enMasterChef- y el ataque constante de algunos de sus compañeros acabaron por romperla.

"¡Estoy cansada ya! ¡Estoy harta!", explotó Celeste rompiendo a llorar, minutos antes de enfrentarse a la prueba de eliminación. "Intento disfrutar, pero me está costando bastante. Es imposible cambiar el chip, porque esto es un no parar", confesó ante los jueces cuando estos le pidieron que cambiara el chip. Celeste no puede. Ella misma lo dijo, es la Celeste que llora, la Celeste que se enfada, la Celeste que ríe, la Celeste que monta el pollo. Es la 'intensita' de esta edición y contra eso no se puede luchar.

Pero Celeste es todo eso y, además, también sabe reponerse de los golpes. No le importa, como ella misma confesó, que Ángela sea la que maneja todo el cotarro en la convivencia -hay que barrer las pelusas de debajo de la cama-, ni que Alberto vaya a saco a por ella o que Pulga considere que él cocina muchísimo mejor que ella. Celeste coge aire y sigue. Anoche, cogió aire y siguió. Y se encontró con que siempre vendrán otros que lo harán peor que tú. Y así fue.

El bochorno más "bochornoso" de MasterChef

La prueba de eliminación consistía en duelos de cocina donde los aspirante se enfrentarían de dos en dos cocinando postres del gran Jordi Roca. Obviamente, si va Jordi Roca a MasterChef no va a traer un bizcocho de yogur. Trajo postres espectaculares, tan espectaculares que por primera vez en la historia de MasterChef uno de ellos no se pudo presentar porque los duelistas no presentaron nada pese a que MasterChef le dio incluso cinco minutos de más.

El primero en enfrentarse al duelo fue Pulga que, en un ataque claro de soberbia, decidió enfrentarse a Alberto. Podía haber elegido a Celeste, porque, según él, él cocina mucho mejor que ella, pero no, eligió a Alberto poniendo como excusa que si perdía el primer duelo contra Celeste, que era peor, se iba a poner más nervioso para luego llevar a cabo el resto de cocinados.

Tuvo suerte, o no, suerte porque Alberto hizo lo mismo que él, es decir, nada. No presentaron nada. El estar abriendo y cerrando el abatidor provocó que la elaboración del puro que tenían que hacer no saliera. El estar pendiente del puro provocó que no estuvieran pendientes del bizcocho al ron. En el balconcillo solo se escuchaba a los delantales blancos repetir una y otra vez, "¡qué desastre! No tienen nada". Y no fallaron. No presentaron nada.

"Por primera vez en la historia de MasterChef en el tiempo que os hemos dado más cinco minutos más ninguno habéis conseguido terminar la elaboración. Así que seguís en eliminación. ¡Qué pena, qué vergüenza y hemos tenido un viaje a ninguna parte! Con lo cual, ninguno de los dos os salváis de la eliminación", les espetó Jordi Cruz, ante un Jordi Roca cuyo rostro lo decía todo. Incluso pidió perdón el chef por traer esa elaboración, cuando la realidad es que los dos aspirantes realizaron un cocinado que, en palabras de Ángela, fue el "más desastroso".

Fue Pepe Rodríguez el que antes de pasar al siguiente duelo no pudo evitar lanzar el último puñal: "Después de este momento tan bochornoso, Alberto eliges tú campana". Los dos se tuvieron que enfrentar a un nuevo duelo eligiendo a otro delantal negro. Sumaron a Celeste y esta vez la cosa sí salió adelante. Celeste y Alberto subieron a la galería y el último duelo lo vivieron Pulga y María, que se la jugaron con una salsa carbonara. La partida la perdió Pulga y solo a tres programas de la gran final de MasterChef, con lo que eso duele.

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